Siempre, desde pequeño, me han gustado los atlas y los mapas y ya de adulto, durante varios años nos aficionamos a ir en cuadrilla a los distintos valles de Pirineos con nuestras respectivas hijas e hijos (4 años era la edad mínima exigida) y allí los mapas ya cobraron otra relevancia.
Uno de la cuadrilla era el experto en la búsqueda de travesías a nuestro limitado alcance y yo me convertí en un ayudante.
Para organizar las travesías, aparte de libros especializados que describían las diferentes rutas, había muy pocos, era muy importante contar con los mapas de cada zona.
Había una colección de la Editorial Alpina muy buena y yo todavía conservo los que tenía como una reliquia.
Después venía la importancia de ir controlando con la brújula donde estábamos en cada momento, algún susto ya pasamos, pero lo disfrutamos.


Con los años dejamos atrás las salidas a Pirineos y, aunque seguí gustando de disponer de mapas de las zonas por las que más he andado, aflojé bastante la afición andarina hasta hacerme ya carroza y empezar, como casi todos los carrozas, a los paseos rutinarios por las «rutas del colesterol y a hacer los diversos caminos de Santiago.
Para eso llevar mapas resultaría ridículo ya que perderse en dichos recorridos es casi imposible, aunque yo en una ocasión lo conseguí.
Al acercarse la edad de la jubilación, también como todo el mundo, me creo que voy a hacer, cuando llegue el momento, todos los GR que no había hecho cuando debía, y especialmente el GR10 y GR11 de Pirineos.
Ahí descubro los mapas del Instituto Geográfico Nacional y su visor Iberpix. Como un niño con un juguete nuevo empiezo, porque lo permitía la web, a generar mapas A3 que iban cubriendo los diferentes recorridos de los GR que iba a hacer.
Todavía conservo impresos en color muchos de dichos mapas y por supuesto, no completé casi ninguno de los grandes planes que tenía en mente.
Ejemplo de un mapa descargado de Iberpix
Sin embargo no resultó baldío el esfuerzo de hacerme con dichos mapas ya que, el saber que lo estaba haciendo, les indicó a mis compañeros y compañeras de trabajo qué regalarme como despedida de jubilación:
un GPS Garmin 62s,

y ahí apareció otro mundo para mi afición por los mapas y la preparación de recorridos que ya nunca he abandonado.
Me explico; con el GPS van asociados dos grandes productos de software, BaseCamp y Wikiloc.
BaseCamp es un software de Garmin gratuito en el que puedes instalar mapas (TopoHispania, TopoPirineos…etc) y sobre ellos crear o importar tracks gpx.
Me permite también crear mapas PDF de tamaño A3 que contemple la ruta o rutas y su entorno, para poder imprimirlo en color en cualquier copistería con lo que cumple sobradamente con mis caprichos.
Hay veces, creo que la mayoría, que me lo paso mejor preparando las rutas para una excursión que luego haciéndolas.

Tal como se observa en la imagen los mapas de BaseCamp tienen relieve, son en 3D. Para conseguirlo utilicé la información que me aportó la web mendiak utilizando mapas jnx y TopoHispania 2.04 con DEM. No es muy difícil y merece la pena.
Y de wikiloc, ¡¡qué decir!!
Pocas veces he conocido algo de tanta utilidad.
Es una página web y app en la que puedes buscar paseos, rutas y travesías de absolutamente todo el mundo, realizadas por los usuarios de la aplicación.
Es impresionante y además es gratuita o de un pago por suscripción anual ridículo y creo que obligatorio para todo el que lo usa, considerando lo que te aporta.

Entre los dos se cierra el círculo, busco los tracks en wikiloc, los descargo como archivos .gpx y los importo a la lista de BaseCamp correspondiente y de ahí al GPS.
En esta categoría de Mis Paseos me limito al norte de Lanzarote y a algunas rutas por la costa vasca porque son las únicas que he subido a wikiloc.
Para encontrar cualquier otro recorrido bastará con la búsqueda en la aplicación.
En el caso del norte de Lanzarote, si se quiere profundizar, he descubierto a un usuario de wikiloc, fcojimcab que domina el territorio como nadie y que tiene subidas cientos de rutas. Un fenómeno.