Julián Ibáñez.
Si cuando hablaba de Juan Madrid decía que su novela es negra de verdad, dura y sin concesiones, al releer a Julián Ibáñez me encuentro con que ya no sé como describir sus novelas.

En Wikipedia le califican como el más negro de los autores negros de la época de los 80 a los que pertenecen ambos.
En el caso de Juan Madrid los protagonistas masculinos pertenecen al menos al lado menos incorrecto de la ley, intentan ser “los buenos”.
El personaje Bellón.
En el caso de Bellón, el protagonista de la serie más famosa de Julián Ibáñez, ya ni se sabe en qué lado se sitúa.

No es que sea desagradable y sus comentarios sean racistas y supermachistas, es que es absolutamente amoral.
Hay un momento en el que el protagonista de la serie dice:
Mi vida sólo duraba un día, desde que ponía los pies en el suelo al levantarme hasta cuando los metía debajo de las sábanas.
Nacía por la mañana y las palmaba cuando estrellaba la cabeza contra la almohada. Sólo dormía cinco horas así que mi vida duraba diez y nueve horas.
Pero era igual porque todos los días eran lo mismo, sucediera lo que sucediese: pasarme la mañana sentado en un banco, contemplar un desfile, atracar un banco, o caminar durante un par de horas para llegar a ninguna parte.
Y esta es la verdad de sus novelas, no importa la historia que cuenta, sólo importa cómo sobrevive el buscavidas cada día.

A pesar de que ni siquiera se esfuerza en acabar la historia que se cuenta en cada libro de la serie, su escritura tiene tal intensidad descriptiva que no te saltas ni una línea, a diferencia de las novelas actuales en las que pasas la mitad del tiempo leyendo en diagonal por la cantidad de inconsistencias y rellenos que tienen.
En efecto, todas las descripciones, aunque no sean de partes importantes de la historia del buscavidas, tienen interés y merecen detenerse en ellas.
Era un piso corriente, demasiado limpio, demasiado ordenado. Los muebles eran baratos pero relucían. Demasiado recargado como son las viviendas de los solitarios a los que asustan los espacios vacíos y sustituyen a las personas por muebles, no era mala idea: sólo era cuestión de tiempo para que los muebles te respondieran cuando les dirigías la palabra.
Nadie se podría creer que los hombres del saco no supieran que allí se había organizado una pelea de perros. Tampoco a nadie le daría por pensar que no había ningún tricornio camuflado entre los mirones y apostadores, por eso estaba seguro de que tenían reservada una silla en el consejo de administración.
En formato de recopilación ha publicado dos libros, «Todo Bellón» y «Todo Bellón 2»

El primero, en «sólo» 1.032 páginas, contiene las primeras siete partes de la aventura diaria de su personaje preferido:
- Entre trago y trago
- La miel y el cuchillo
- El soplón
- El viejo muere, la niña vive
- Todas las mujeres son peligrosas
- Gatas salvajes
- Canino
- El matón al que engañaban las mujeres.
La mejor de la serie para mí es la tercera, El Soplón, donde se define más claramente al personaje.

El segundo, Todo Bellon 2, todavía no lo he leído, incluye otras siete aventuras:
- La traición del mirlo blanco
- El atraco
- La noche se llenó de sirenas
- Yo fui mercader de mujeres
- La catequista
- Violentamente pelirroja
- Las pelirrojas no se arrojan al vacío
Aunque cada episodio es como si fuese un mes de su vida y casi siempre hace lo mismo, no te aburres, siempre dudas de si saldrá de cada uno de los líos en los que se mete, aunque en realidad no sale de ninguno, siempre acaba huyendo.
Hay una entrevista de su personaje Bellón al propio autor muy divertida y que define muy bien a ambos,.
Tiene otra serie anterior dedicada a otro personaje parecido, Novoa, pero me ha parecido menos interesante que Bellón.