Una vez explicadas las características que, a mi juicio, deben reunir las personas que se dediquen profesionalmente a dirigir las diferentes áreas de la administración pública destinadas a la prestación de servicios a la ciudadanía,
- tocaría comenzar a examinar las etapas de una supuesta implantación.
quiero recordar que con este blog sólo pretendo demostrarme a mí mismo la viabilidad de mis ideas sobre la dirección pública profesionalizada, lo cual me obliga a poner negro sobre blanco, no sólo los diferentes aspectos que las definen, si no también aquellos que se refieren a su posible implantación.
¿Cómo comenzar?
La primera medida sería por supuesto el tomar la decisión de proceder a su implantación.
Parece una perogrullada pero es donde se encuentra la mayor dificultad.

En efecto, como creo que no sólo ya lo he dicho, sino que hasta lo he repetido, pienso que ninguna de las organizaciones llamadas a tomar la decisión ven que la actual situación de la dirección pública sea un problema.
Más bien al contrario, lo ven como una oportunidad de colocación de las personas que consideran más interesantes para su estructura interna y la garantía de que las cosas están «bajo control».
Y eso ocurre en todas las organizaciones públicas, estén gobernadas por quien estén, no veo yo excepciones.
- Unos porque, en el fondo, «no se fían» de las personas funcionarias que gestionan el día a día de las organizaciones públicas y tratan de evitarse problemas
- y otros porque creen que «los suyos» lo van a hacer mejor,
Al final todos acaban poniendo a «sus personas de confianza» a dirigir la administración.
¿Se podría cambiar en una sola organización «concienciada»?
Tampoco creo en el cambio en organizaciones aisladas para que sirvan de ejemplo.

Pasaría como pasó con el tema de la Calidad y el Modelo EFQM en los 90.
Aunque una organización, en un momento dado, consiguiese que todas las personas que ocupan puestos Gestores y Directivos fuesen competentes, estaría al albur de que cualquier cambio diese por tierra con todo el esfuerzo realizado, como ya he contado.
Creo que el ámbito de aplicación debe ser global, el de toda la administración pública de la comunidad.
O se hace para toda la administración pública o no merece la pena el esfuerzo y debería afectar tanto a la Administración General como a Educación y a Sanidad.
¿Podría ser un Pacto de País?
Visto como se desenvuelve la política en los últimos tiempos, es imposible llegar a ningún tipo de pacto, tal como se viene demostrando continuamente.

Si incluso en las cuestiones en la que hay consenso en la necesidad de cambiar es imposible llegar a un acuerdo, en este tema, en el que de momento no ven problemas, nadie moverá un dedo.
¿Y entonces qué?

«Siempre nos quedará Bruselas» parafraseando al mítico final de la película Casablanca.
En efecto, es la única posibilidad realista; que tarde o temprano (más bien tarde que temprano, me temo), surja alguna directiva o ley que obligue o condicione a los diversos países a mejorar la eficacia y productividad de los servicios públicos profesionalizando a sus directivos.
Como decía al principio, tengo que demostrarme que es posible la implantación, por eso me agarro a la salida europea.
No como una trampa para poder seguir, sino porque creo realmente que la solución vendrá de Bruselas, aunque probablemente más tarde de lo deseable.
Y bueno, en todo caso, aunque sea una trampa que me hago para poder seguir elucubrando, como me entretiene hacerlo, yo voy a seguir.