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DPP 8 : ¿Las personas Directivas deben ser funcionarias?

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Una de las primeras condiciones que establecía para el personal Directivo es que debería ser funcionario y tener las competencias técnicas adecuadas.

Voy a intentar justificarla.

¿Funcionaria o del sector privado?

En mis lecturas he comprobado que hay diversas opiniones entre los defensores de la dirección pública profesional.

Hay quienes defienden como necesaria la condición de funcionario para ser directivo y hay quienes propugnan la apertura en la selección a profesionales procedentes del sector privado.

A favor del sector privado se manifiestan Juan Carlos Corrales Guillén y Cayetano Prieto Romero

Hablan en “la figura del directivo publico profesional” de la falta de regulación que permite diferentes opciones en los diferentes ámbitos y defienden un Directivo Profesional con relación laboral, no funcionario.

En contra se define Alejandro Nieto

En su libro “El desgobierno de lo público” defiende que sean funcionarios ante la posibilidad de que el nombramiento de directivos no funcionarios se utilice para que “se premien servicios de confianza ya prestados y/o se estimulen fidelidades futuras”.

En medio se sitúa Rafael Jiménez Asensio en “El personal directivo en la Administración Local” , ya que, aunque admite la hipótesis de captar personal directivo privado, indica la dificultad de dicha opción.

“Por otro lado, es evidente que, por lo común, el sector privado retribuye más a sus directivos que el sector público, por lo que no es frecuente el trasvase de aquél a éste. En efecto, no es habitual que personas que desarrollan su carrera profesional de dirección en el sector privado recalen en el sector público.

Las diferencias retributivas pueden ser (y de hecho son) un freno a ese trasvase, pero también lo es que, tal como decíamos, el contexto normativo y el entorno institucional son radicalmente diferentes, que generan no pocas dificultades de adaptación de quien llega del sector privado al público.

Salvo en casos de servicios finalistas o en ámbitos muy específicos, los supuestos de trasvase de directivos del sector privado al sector público se suelen saldar con fracasos rotundos en el proceso de adaptación y gestión y con costes adicionales de notable magnitud para la organización que ha llevado a cabo esa singular apuesta de captar savia directiva en el sector privado”.

Me decanto por funcionarias.

El abrir el campo a directivos del ámbito privado supondría en la práctica su cobertura por personal “de confianza” como ahora, ya que objetivar las condiciones de mérito, capacidad y experiencia para el acceso sería una labor imposible.

Llegaríamos al problema de quién hace la selección y de quién selecciona a los seleccionadores y, como no es factible que cada institución tenga personas con esas capacidades, acabaríamos subcontratando también el proceso a empresas privadas de selección.

Por otra parte hay que ser realistas. Tener a Mario Fernández, a Pedro Luis Uriarte, a Pedro Miguel Etxenike y a otras personas de su nivel como Altos Cargos y tener a personas de su confianza como Directivos como nos ha ocurrido en Euskadi, es algo que pasa una vez en la vida.

Conseguir que personas con experiencia y capacidad del sector privado trabajen como directivos públicos ganando la décima parte de lo que cobran en el sector privado –piénsese en Banca, Energía o Telecomunicaciones ya que ese perfil de directivos necesitaríamos- se me antoja también tarea imposible, salvo algún caso aislado de “voluntariado social” como los citados, más propios de épocas militantes ya pasadas.

Trasvase entre administraciones.

Otra cuestión bien diferente, y con la que me muestro muy de acuerdo, es el que se pueda abrir el proceso de selección a profesionales de otras administraciones públicas como indica Rafael Catalá en su trabajo “Directivos públicos”.

Así también Carles Ramió Matas en “política y gestión: la regulación del rol del directivo público” destaca la importancia de establecer un eje transversal del modelo directivo-profesional de intercambio de directivos entre administraciones,

de esta manera administraciones públicas con insuficiente masa crítica para poder lograr directivos de calidad mediante promoción interna (por ejemplo pequeños ayuntamientos, pequeños organismos autónomos, etc.) pueden “fichar” a directivos de calidad, también favorece unas transferencias interadministrativas (isomorfismos institucionales) de sistemas de gestión, de buenas prácticas, etc. que pueden ser muy positivas.

¿Pero basta con ser funcionario?

Últimamente, creo que un poco por acallar voces, se ha puesto de moda nombrar como personas directivas a personal funcionario.

Insisto en otras condiciones adicionales:

  • Para ciertos puestos directivos deben ser exigibles conocimientos técnicos específicos. Piénsese en dirigir un Hospital, un Centro de Salud, un Colegio Público o un área Tributaria.
  • Para todos, en mi opinión, es necesario haber desarrollado previamente una carrera gestora exitosa.

Repito que mi peor experiencia con una persona directiva fue con una persona funcionaria. La menos preparada para dirigir que he conocido.

También recuerdo un chiste que corría por ahí hace unos años. Se decía, con maldad, que qué mal estará la Hacienda de…. (se dice el pecado pero no el pecador) que han puesto a dirigirla a un médico. ¿No os lo creéis?

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